lunes, 27 de febrero de 2017

La Bestia del Mar de Sangre





En una noche de tormenta, sobre las aguas del pacífico sur, un barco surcaba con esfuerzos las grandes olas y atravesaba los fuerte vientos que amenazaban con arrancar los mástiles de la cubierta, la madera crujía por el agitado movimiento, los tripulantes corrían de un lado a otro, izaban las velas, amarraban los barriles de pólvora y demás recursos, mientras el capitán daba las ordenes.

-Capitán-, gritó Valdo Grimm, el contramaestre del barco, -la tormenta es muy fuerte, debemos cambiar el curso-


-No señor Grimm debemos seguir adelante, no cambien el rumbo, sigan el curso y esperen-, respondió el capitán Izíquios a su contramaestre.


-¿Esperar por qué capitán?-, preguntó Valdo. De pronto un gran trueno resonó en el cielo negro, un resplandeciente relámpago iluminó gran parte de la zona y detrás de la nave, un fuerte viento comenzó a manifestarse con creces.


-Eso señor Grimm-, respondió el capitán, sabía que esa ráfaga de viento los ayudaría a alejarse de la tormenta. -a toda vela, rápido-, gritó el capitán.


-Ya escucharon al capitán, desplieguen las velas a su máximo, debemos aprovechar la ráfaga de viento, dense prisa-, continuó el contramaestre, transmitiendo las ordenes del capitán a los tripulante del barco.


Al abrir las velas, los hombres sujetaron con fuerzas las sogas para mantener estable el mástil y evitar que el barco se ladeara, debían mantener el curso para evitar perder la dirección; después de un par de minutos el barco se alejó de la tormenta y pudo llegar a a aguas más tranquilas.


Finalmente todos los tripulante, el contramaestre y el capitán celebraron su victoria bebiendo ron y vino mientras el navío avanzaba con tranquilidad, continuando.


El barco, un poderoso navío llamado "El Dragón Negro" era el orgullo del capitán Izíquios Belefont, un viejo pirata temido por la multitud de leyendas que se contaban de él, tales como que no podía morir porque había hecho un trato con la muerte, otros decían que había sobrevivido a varios asesinatos y atentados en su contra, unos más incluso decían que el capitán poseía una fuerza sobrehumana producto de sus viajes, en los cuales había adquiridos tesoros malditos y enfrentado a grandes bestias del mar; aun cuando los hombres escucharan las diversas historias sobre Izíquios, estos lo respetaban por el gran carácter que el capitán mostraba ante todos.


Cuando el barco llegó a un viejo puerto de apariencia debastada, el hombre en la canastilla del mástil gritó advirtiendo la llegada a tierra.


-Capitán, nos acercamos a una isla-, gritó el hombre en cuestión, acto seguido todos los tripulantes comenzaron a levantarse de sus camas, Valdo por su parte, ingresó al camarote del capitán para dar aviso sobre la llegada a la tierra inhóspita.


-Señor, estamos por llegar a una isla, pero tiene un aspecto inquietante, los hombres están algo nerviosos, ¿está seguro que es este el lugar?-, preguntó el contramaestre al capitán con cierta inquietud, por su parte Izíquios se preparaba para descender, tomó un par de pistolas, una espada y su sombrero.


-Dé las ordenes señor Grimm, este es el lugar-, contestó entonces el capitán a su subordinado.


-Si señor-, dijo Valdo y acto seguido salió del camarote del capitán para dar instrucciones a los hombres, indicando que se alistaran para bajar del navío y explorar las misteriosas tierras de la isla.


La isla no era muy grande, había un muelle de madera en la playa, la madera era vieja y desgastada, la arena del lugar era de un tono gris, sin vida, una extensa selva cubría la mayor parte de la tierra, en el centro de la isla había una montaña, de un aspecto inquietante por la formación rocosa que poseía.


Los hombres comenzaron a descender con armas y herramientas, todo para explorar la zona; el capitán caminaba al frente con sus oficiales más allegados a su lado, uno de ellos era su contramaestre Valdo, quien llevaba un rifle cargado en las manos observando a los lados con cautela.


-Capitán puedo preguntar, ¿qué es lo que estamos buscando en esta isla?-, preguntó Valdo a Izíquios, mirando a los alrededores mientras el hombre a su lado mantenía el paso firme por el sendero que habían tomado, sin embargo el capitán se mantuvo en silencio sin responder o volver la mirada a Valdo, mismo que decidió dar su espacio al hombre y esperar que este le resolviera sus dudas más adelante.


Cuando todos llegaron al pie de la montaña el capitán se detuvo, y ordenó a sus hombres levantar un campamento en ese lugar, otros más comenzaron a reunir provisiones para alimentarse, agua y leña para hacer una fogata. Una vez que se establecieron en la zona, el capitán pidió que se reunieran para hablar con ellos, pues iba a contarles el motivo por el cual los había llevado a esa isla en medio del océano.


-Escuchen, hace ya mucho años, 30 para ser exactos, yo navegaba en las aguas del Pacifico Norte, los recursos eran escasos, ya había ocurrido un motin por parte de los tripulantes, sin embargo nada se compara con aquello que atestiguamos en aquel entonces mis hombres y yo-.


-Cuando creímos que no había esperanza, encallamos en una isla de aspectos extraño, pero poco nos importó, pues el hambre y la desesperación nos hizo bajar del barco sin pensarlo, al estar en sus tierras encontramos muchos recursos para sobrevivir, pero pronto nos dimos cuenta de que este lugar esconde un horrible destino en sus tierras y más aun en las profundidades cercanas-.


El capitán contaba su travesía en la isla, cuya naturaleza era de lo más singular, sobre todo porque poseía una gran variedad de especies carnívoras, mismas que habían acabado con la tripulación que acompañaba al capitán Izíquios en ese entonces, pero lo más sorprendente fue que cuando el hombre logró huir de la isla esta comenzó a hundirse perdiendose en las profundidades del mar.


Tiempo después el capitán escucho historias de una isla errante que aparecía y desaparecía en distintas parte del pacifico, y sobre todo, se contaba sobre sus horribles encuentros con navegantes, comerciantes, piratas y marineros que arribaban en sus costas, eran pocos los que habían logrado escapar de isla, misma en la que ahora Izíquios se encontraba con sus hombres.


-Capitán, ¿si esta isla es peligrosa, porque hemos acampado en ella?-, preguntó uno de los hombre del Izíquios, algunos se miraban los unos a los otros con nervios, otros más miraban a su alrededor sin bajar la guardia.


-Porque hace 10 años encontré de nuevo esta isla, aprendí su patrón de salida, cuando emerge y cuando vuelve a las profundidades, con eso me arme de más y más hombres, con el fin de erradicar toda especie que habitaba en estas tierras hasta conseguirlo, lo que no esperaba esque la isla guardara un último y siniestro secreto-.


El capitán seguía su relato, mientras todos comenzaban a relajarse un poco al saber que no había peligro en la isla, al menos, no en la superficie de la misma.


-Cuando zarpé con los pocos hombres que sobrevivieron el último asedio a la isla, una inmensa criatura emergió de las profundidades, una bestia que en un principio creí que era el mismo Leviatán, pero su aspecto no es como lo describe el sagrado libro, esa bestia no es ninguna serpiente, tampoco es el legendario Kraken, esa bestia es una especie de dragón, tiene forma de reptil y su tamaño es imponente, no se como es que logré librarme de su ataque, fui afortunado supongo, pero mis hombres, todos y cada uno de ellos murieron devorados por esa infernal criatura, aun recuerdo que después de la masacre el mar se tiñó de rojo, a la vez que los escualos se daban un festín con los restos que la bestia dejaba, con el tiempo escuche más relatos sobre esta cosa, todos la llaman la bestia del mar de sangre, por el rastro carmesí que deja en las aguas después de cada masacre-.


Izíquios Belafont, no era ningún inmortal, ni mucho menos un hombre maldito, solo era un afortunado sobreviviente de muchas tragedias, pero tal fama solo servía para sembrar un mar de leyendas en su nombre, sin embargo, el solo tenia un objetivo en la vida, mismo que poco a poco se volvió una obsesión; el capitán quería eliminar a la bestia del mar de sangre, y hacerse con los tesoros de la isla, pues el había atestiguado la magnifisencia de cientos de tesoros hundidos en las cercanías de la isla.


Cuando la bestia arrastró la embarcación en la que intentaba huir de la isla y llegar a su barco, Izíquios se sumergió en el agua por unos segundos y entonces lo pudo ver, el brillo de todas las piezas de oro que reposaban en la cueva de la bestia, un tesoro que opacaba con creces al de los reyes de la época, un tesoro lo suficientemente grande como para vivir 10 vidas en riquezas.


-Señor, estámos con usted, nuestra lealtad siempre será suya, sin embargo, hablo por todos al preguntar esto, ¿cómo es que pretende matar a semejante criatura?-, preguntó Valdo al capitán, todos asintieron con la cabeza esperando respuesta del hombre frente a ellos.


-Tienen razón de sentir miedo, he de confesar que yo también lo siento, y es posible que esta cruzada sea un suicidio al final de cuentas, pero les aseguro que el tesoro lo vale, es momento de que esa criatura regrese al abismo del que salió y nosotros nademos en un mar de oro por el resto de nuestras vidas, el Dragón Negro tiene suficiente munición para los cañones y los rifles para asediar a la bestia, síganme y les prometo, una inmensa fortuna les será entregada al final del día-.


Todos los hombre del capitán se levantaron con euforia, motivados completamente a llevar a cabo la empresa de Izíquios Belefont, a pesar de los riesgos, el pensar en tener una vida de riquezas y fortuna sin igual los motivaba a seguir al hombre hasta el fin del mundo, pues inspiraba una gran fortaleza a todo quien tenía contacto con él, incluso Valdo Grimm sentía una chispa de esperanza de salir victoriosos de esa batalla.


A la mañana siguiente los tripulantes de El Dragón Negro se prepararon para el ataque a la bestia de las profundidades, colocando los cañones en posición, Izíquios y Valdo se mantuvieron a la espera en la cubierta del barco, mientras tanto, un grupo de 3 hombre aguardaba flotando en una barca a cierta distancia de la playa, esperando que la criatura se mostrara con un pequeño cañón listo para disparar.


Usando señuelos con carne de pescado, los piratas buscaban llamar la atención de la bestia, pasaron un par de horas y solo algunos tiburones y otros tantos peces se acercaban a devorar la carne de los señuelos, a su vez, el cielo comenzaba a nublarse, anunciando una inminente tormenta acercarse.


Pasó otra hora y todos comenzaban a perder la paciencia, de repentente, el mar comenzó a moverse de manera brusca, en lo profundo del mar se comenzaba a manifestar una enorme mancha negra, misma que se acercaba a la barca donde estaban los 3 hombres, seguido de eso expulso una gran cantidad de aire, las burbujas se formaban en la superficie del agua con fuerza, los hombres de Izíquios se sujetaban con fuerza a los bordes de la barca para no caer al agua, finalmente como una enorme visión sacada de una profecía bíblica, una enorme bestia emergió del mar y tal como había relatado el capitán, la bestia tenía apariencia de reptil, similar a un cocodrilo, pero más aterrador.


-¡Capitán!-, gritaron los hombre de la barca, mientras una enorme ola, producto del movimiento de la criatura en el agua hizo que se cayeran al agua, perdiendo así el pequeño cañón.


-Rápido, naden al barco-, gritó Izíquios a sus hombres, quienes nadaron desesperadamente hacía el barco, por desgracia, poco pudieron hacer, pues la enorme bestia en un movimiento veloz, volvió a sumergirse para atacar por debajo del agua, atrapando en sus fauces a uno de los hombre al salir con un gran salto, en ese momento todos los presente pudieron apreciar mejor su apariencia, cuando la criatura volvió a sumergirse el mar comenzó a teñirse de rojo, justo como las leyendas y el relato del capitán describían.


-Preparen lo cañones-, ordenó Izíquios, mientras los hombres restantes en el agua seguían nadando con esfuerzos y con dificultad al respirar, pues por la desesperación comenzaron a tragar agua, y sus brazos se cansaban con mayor rapidez.


El cielo dejó caer un rayo a lo lejos de la batalla y entonces, la lluvia cubrió todo el lugar, el barco se movía de manera violenta en las olas formadas en el agua, pero los hombres mantenían los cañones asegurados; por su parte la bestia volvió a emerger y con un gran impulso nadó hacia los hombre en el agua, se movía con rapidez, pues su extremidades como patas le ayudaban a avanzar dentro y sobre el agua a una gran velocidad.


-Listos-, gritó el capitán, -¡Fuego!-, ordenó en seguida y los hombre dispararon los cañones de la cubierta del barco en dirección a la bestia, impactando en sus fauces, pecho y ojo izquierdo, los hombre gritaron con albricias y la bestia cayó de espaldas al agua, lentamente comenzó a descender, sin moverse como una piedra que se hundía.


-Pronto, vuelvan a cargar los cañones, estén alertas por si vuelve a aparecer-, el capitán continuó, Valdo se aseguró de que todos ejecutaran las ordenes de Izíquios, prepararon los cañones y procuraron que la pólvora no se humedeciera para poder usar las armas de fuego.


Repentinamente y sin que nadie se lo esperara, un remolino comenzó a formarse frente al barco, mismo que empezó a arrastrar al navío a su interior, la criatura estaba girando debajo del agua, poseía cierta inteligencia, no era solo una bestia salvaje, Izíquios giró con fuerza el timón del barco para tratar de salir de la corriente, mientras los hombre abrían las velas para usar el viento a su favor, poco a poco el Dragón Negro se acercaba al remolino.


-Capitán la corriente es muy fuerte, no lograremos salir-, gritó Valdo, mientras se sujetaba del borde del barco, Izíquios miró a su alrededor, y entonces la vio, la bestia comenzó a emerger nuevamente del agua, siguiendo la dirección del remolino, con la intensión de impactar contra el barco.


-Muy bien maldito engendró de lucifer, muéstrame que tienes-, decía el capitán mientras la criatura estaba por impactar contra la madera de la cubierta.


-Listos-, gritó seguido el capitán y en ese instante la bestia golpeo el lado derecho del navío, haciendo que se levantara momentáneamente de lado.


-Abran fuego-, gritó Valdo siguiendo las ordenes de Izíquios cuando el barco volvió a caer de vuelta a su posición, los cañones dispararon y las balas de metal salieron disparadas contra la bestia, misma que intento esquivar los disparos pero dos de ellos impactaron en su lomo y costado derecho.


La bestia cayó dentro del remolino, entonces el capitán volvió a girar el timón del barco y este se adentro en la corriente, manteniendo la dirección del agua, Izíquios pretendía golpear a la bestia con la punta del barco para dar fin a su vida, el barco se acercó con velocidad hasta llegar a la criatura, sin embargo, esta se sujetó a la proa del navío con fuerzas, clavando sus garras en la madera.


-Capitán la bestia esta sujeta al barco-, gritó uno de los piratas asomado por la proa, mirando asombrado a la imponente criatura.


-Alejate de la orilla-, gritó Valdo y de pronto, el hombre sintió una fuerte presión en todo su cuerpo, la bestia había alcanzo a subir a la cubierta del barco y con sus enormes fauces sujeto al pirata, el hombre gritaba de dolor, seguido de eso los hombres tomaron las armas de fuego y dispararon contra la criatura, misma que parecía no sufrir daño alguno por los ataques.


-Pronto, saquen los arpones-, ordenó el capitán sosteniendo el timón del barco, tratando de mantenerlo estable, los hombre sacaron un par de arpones balleneros de la bodega de armas del navío lo más rápido que pudieron y los apuntaron a la criatura, la cual comenzó a rasgar la cubierta del barco y a trepar por el mástil principal.


-Disparen-, gritó Izíquios y los hombre dispararon los arpones, impactando el metal en la pata izquierda trasera de la bestia y en su pecho, la bestia se retorció y libero el cuerpo ya sin vida del pirata que mantenía en su hocico, seguido de eso, la bestia cayó hacia el mar, arrastrando con su pesos el barco, al final el Dragón Negro se inclinó hasta hundirse en el agua, mientras la corriente del remolino comenzaba a destrozar la embarcación por la fuerza que poseía.


Entonces aquellos que sobrevivieron el impacto, incluyendo Izíquios y Valdo pudieron apreciar el glorioso tesoro en la profundidad del agua, todos pudieron ver que el capitán no exageraba al decir que era inmenso, pero por desgracia no podrían disfrutar de su inigualable contenido, pues los trozos de madera del barco azotaban con fuerza a los hombres y bestia por igual, todos los hombres murieron en ese remolino de agua, Valdo en un intento por ayudar al capitán fue golpeado bruscamente por la bestia mientras esta trataba de devorar a cuanto hombre podía.


Al final solo el capitán Izíquios quedó vivo, sumergido en el agua mirando a la bestia frente a el, misma que a pesar de estar moribunda se abalanzó contra el hombre, Izíquios por su parte solo podía contemplar a la enorme criatura acercarse a él esperando su final con los brazos abiertos, sin embargo pasados unos segundos, el hombre abrió los ojos y pudo apreciar que la bestia se hundía al fondo del mar, hacia una abismo profundo, finalmente había sucumbido a la muerte, entonces aprovechando el momento, Izíquios nado con fuerza para salir a la superficie, al salir dio una fuerte bocanada de aire y entonces miro a su alrededor, el agua estaba completamente teñida de rojo, sus hombres, todos y cada uno de ellos eran devorados por las distintas criaturas del mar que se acercaron atraídas por la sangre.


El hombre sabía que no podía salir de esa situación y nadó de regreso a la isla; después de un gran esfuerzo nadando contra la fiera tormenta, Izíquios llego a la playa para finalmente observar el panorama completo, su poderoso Dragón Negro se hundía en al agua, una gran cantidad de restos humanos flotaban y se movían en la superficie, el remolino se detenía lentamente, la tormenta seguía su curso.


El viejo capitán Izíquios Belefont comprendió que su obsesión por el tesoro fue su perdición y entonces solo dejó caer en la arena gris, acto seguido sintió que la tierra temblaba, pero sabía qué esta pasando y solo cerró los ojos dejándose arrastrar por la marea, la isla entonces comenzó su lento descenso hacía las profundidades del mar, llevándose consigo el tesoro, lo sueños y esperanzas de todos los tripulantes del Dragón Negro y la obsesión de un hombre que lucho contra la adversidades y que aun cuando no logro obtener el preciado tesoro, pudo derrotar a la bestia del mar de sangre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario